Llega el dulce susurro del viernes anunciado,
un día anhelado, lleno de sueños renovados.
El cansancio se desvanece, la alegría se despierta,
es el preludio del descanso, la puerta abierta.
El viernes nos brinda un respiro en la semana,
un suspiro de alivio que todo lo emana.
Se siente en el aire la euforia y el bullicio,
las horas se vuelven fugaces ante el sacrificio.
Es el día en que los sueños tocan nuestras manos,
en el que los desafíos se transforman en reclamos.
El viernes nos envuelve en su manto de esperanza,
nos invita a celebrar, a vibrar con confianza.
Es un día de encuentros, risas y complicidad,
en el que los corazones se llenan de felicidad.
Se respira la libertad, el merecido descanso,
la promesa de días sin prisas, sin remanso.
En el viernes encontramos paz y equilibrio,
un encuentro con la vida, un dulce respiro.
Es la oportunidad de dejar atrás lo vivido,
para abrazar el fin de semana con lo merecido.
En cada viernes hallamos la recompensa,
fruto de nuestro esfuerzo, de nuestra perseverancia.
Nos regala un instante de desconexión y gozo,
una pausa para recargar cuerpo y alborozo.
Aprovechemos cada viernes como un tesoro,
despertemos el alma y brindemos sin decoro.
Celebremos el fin de una semana llena de logros,
y refresquemos la mente con nuevos colores.
Así que, en cada viernes, rindamos tributo,
a la vida, a la alegría, a lo que tanto disfruto.
Este día nos recuerda la importancia del tiempo,
de vivir intensamente cada momento.
Que en cada amanecer de viernes seamos libres,
y dejemos que la felicidad nos inunde sin inhibes.
Disfrutemos del descanso merecido y anhelado,
en el que el viernes nos ofrece un oasis dorado.
ATT: Wendy Santiago
