En el oscuro abismo de la historia humana,
se encuentran sombras de genocidios sin razón.
Un lamento que clama justicia y se desgarrona,
por los corazones rotos y la destrucción.
En las huellas de la intolerancia y el odio,
se mancha el alma de la humanidad.
El genocidio, un episodio triste y frío,
una herida abierta que clama por verdad.
En campos de horror y noches interminables,
se perdieron vidas inocentes y valientes.
La crueldad y el fanatismo, sensaciones invivibles,
que rompen con la esperanza en pedazos crecientes.
La memoria no debe olvidar el sufrimiento,
ni las lágrimas derramadas en cada tragedia.
Debemos levantar nuestra voz de contratiempo,
y alzar bandera contra esta indignante vehemencia.
Defendamos siempre los derechos humanos,
en favor de la dignidad y la igualdad.
Que el respeto y la diversidad sean los manos,
que construyan un mundo de paz y hermandad.
Ensayemos el diálogo y la tolerancia firme,
abriendo puertas al entendimiento y la empatía.
Porque solo así, el genocidio quedará en un susurro débil,
y la humanidad florecerá en armonía.
Así, en versos y estrofas, denunciemos su vileza,
alzando la voz contra los genocidios sin piedad.
Que la memoria y la justicia sean nuestras fortalezas,
y que un futuro sin genocidios sea nuestra realidad.
ATT: Wendy Santiago